“La muerte es parte de la vida”, dice Forrest Gump en una de las líneas de la película que lleva ese mismo nombre. Y así es, la muerte acompaña a la vida y se hace presente de manera inesperada o se anuncia a través de una enfermedad.
La muerte es un suceso que ha llamado la atención del ser humano desde épocas remotas; hay quien le teme, pero hay también quien le rinde culto.
Incluso los animales conocen, de manera instintiva, el significado de la muerte. No es extraño observar a las manadas de cualquier especie, reunirse al lado del cadáver de un miembro de su grupo, haciendo una suerte de reverencia ante el mismo o despidiéndose, como es el caso de los elefantes. También hay indicios en chimpancés sobre el dolor que sufren las madres al perder a sus crías.
El duelo es el proceso de cambio en el cual la persona, ante una pérdida, va experimentando diversas emociones como la tristeza, el dolor, la aflicción, hasta llegar un momento en el que su vida se ha reorganizado y puede hablar de la pérdida sin dolor. ¿Fácil? No, claro que no es fácil. Hay incluso personas que necesitan acompañamiento psicológico para llegar al punto de sanar la pérdida y concluir su duelo en lo que se denomina resolución o elaboración. Una resolución normal de un duelo va desde seis meses hasta dos años.
Pero el duelo no solo aparece ante la muerte de un ser querido, sino también ante pérdidas de otro tipo, como la de un trabajo, una parte del cuerpo, una mascota, un objeto muy apreciado, la situación financiera estable, la salud o incluso ante la llegada de la jubilación. Cualquier pérdida que suscite dolor en la persona requerirá un proceso de duelo.
Por lo anterior, es muy importante la manera en cómo una persona va viviendo dichas pérdidas a lo largo de su vida; lo ideal es ir sanando todas y cada una a su debido tiempo.
¿Qué pasa si una persona se queda sin sanar una pérdida?
En este caso, puede ser que el dolor de la pérdida
se reprima, pero surgirá con mayor intensidad ante la siguiente pérdida, convirtiéndose en lo que se denomina “duelo complicado o patológico”.
El duelo complicado es el que no sana a través del tiempo, e incluso llega a convertirse en angustia o ansiedad permanente. Hay, incluso, quien llega a experimentar alguna enfermedad física o incapacidad emocional para continuar con sus actividades cotidianas. Hay duelos complicados que van acompañados de mucho enojo o culpa intensa ante el suceso o ante el objeto de duelo y, por supuesto, necesitan un proceso terapéutico para sanar.
Aspectos como la ausencia de ritos psicosociales han favorecido la aparición de duelos complicados en la población, como sucedió en la pandemia de COVID-19; a muchas personas no se les entregó el cuerpo de su familiar fallecido, por lo que no pudieron realizar ritos como velarlo y el entierro, acompañados de familiares y amigos, impidiendo así la elaboración del duelo normal.
Los duelos complicados también suelen aparecer con las muertes súbitas o cuando suceden lejos del doliente o en el caso de personas desaparecidas.
Aspectos importantes para elaborar un duelo son los siguientes:
1. Aceptar la realidad de la pérdida.
2. Aceptar las emociones que se suscitan por la pérdida.
3. Adaptarse a la nueva realidad.
4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.
Por supuesto, estas etapas no suceden de un día para otro; es un proceso que puede llevar unos dos años más o menos, pero si se extiende más tiempo, estamos hablando de un duelo complicado o patológico que requiere ayuda profesional.
No dude en pedirla.
Psic. Cristina Figueroa Quirino
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