La filosofía despierta nuestros sentidos, construye mentes analíticas, criticas y reflexivas

El filósofo español David Pastor Vico, autor del libro Ética para desconfiados, sostuvo que no hemos aprendido nada después de la pandemia, a pesar de dos años de mantenernos encerrados. ¿Las personas nunca se cuestionaron el por qué de un fenómeno social como la contingencia por COVID-19? La vida sigue siendo la misma, antes y después. La humanidad no aprendió nada, la sociedad estaba desesperada por regresar a la “normalidad”.

La individualidad, el egoísmo, la crisis de valores en el mundo capitalista lastiman a las nuevas gene­raciones, marcadas por la depresión y el aumento de suicidios. Una generación que estará marcada por la frustración y el fracaso. Los jóvenes están solamente acompañados por el internet, sin poder construir relaciones de amistad y estrechar lazos familiares, acotó el filósofo.

Él también docente de la Universidad Nacional Autónoma de México sostuvo que la filosofía despierta nuestros sentidos, nuestra capacidad crítica, analítica y reflexiva de la vida y de las cosas. En entrevista para Revista Momento en su visita a Tlaxcala conversó de su más reciente libro y de sus reflexiones filosóficas.

¿Qué mirada tiene la filosofía?

–La mirada de la filosofía es muy antigua y muy nueva; la mirada de la filosofía tiene más de 2 mil 500 años, es desconfiada, es una mirada que siempre busca el asombro, no se puede aprender, si no te asombras. La filosofía también es taciturna, porque pone en tela de juicio a todo el que dice que tiene la verdad. También es amable cuando alguien dice que tiene el conocimiento, pero no lo tiene; además, es censuradora, cuestionadora, es universal. La filosofía está atada a su idiosincrasia, a su tiempo.

¿A qué huele la filosofía?

–La filosofía huele a papel, a hilo viejo, pegamento de libros. Huele a todo lo que tenga que ver con la escritura, a tinta nueva. La filosofía huele a recuerdos. Desde chico, cuando entraba a una biblioteca y aga­rraba un libro, me olía rico, yo no entiendo por qué. Ahora, que ya estoy en mi casa tengo muchos libros, algunos ya son muy viejos y me recuerda a mi infancia.

¿A qué sabe la filosofía?

–La filosofía sabe a hambre; a la filosofía es muy difícil sacarle jugo. Decía Hegel que es un arte en madurez; sostenía que el búho de Minerva, que simboliza a la sabiduría, el conocimiento solo em­pieza su esplendor al anochecer, al atardecer de la vida del ser humano en su madurez. Ahora tengo cuarenta y seis años y a veces pienso que me sigo precipitando, que debería esperar un poco más. La filosofía requiere de experiencia de lecturas, no puedes darte el lujo de decir algo, si no está sustentado.

¿Si tuviéramos que sentir la filosofía por el sentido del tacto, qué pasaría?

–La filosofía es realidad, es física, es tacto. La gente piensa que la filosofía son conocimientos etéreos, que so­brevuelan el mundo y que no tiene una base sólida. Eso no es verdad. Los filósofos somos los que analizamos lo que está pasando, y lo que pasará; somos los que muchas veces decimos dónde están los problemas y hacia dónde debemos encaminarlos para solucionarlos.

¿Cuál de los cinco sentidos define a la filosofía?

–El oído; la filosofía necesita oír más que hablar. Mu­chas veces dicen: “Piensa rápido y di lo primero que se te vega en mente”. Primero piensas y después decides si vale la pena hablar. Gran parte del trabajo del fi­lósofo es escuchar. Por ejemplo, cuando leo a Platón, yo le pongo una voz, escucho diferente a Nietzsche y a Aristóteles; leyendo sus textos me doy cuenta que son personas diferentes, no solo leo lo que dicen, sino cómo lo dicen.

–¿Cómo podríamos acercarnos a la filosofía?

–Deberíamos acercarnos por vocación, por curiosidad, eso sería lo deseable, pero no pasa. Nos podemos acer­car de muchas maneras; usualmente, a los estudiantes de bachillerato se les obliga, es ahí que los que nos dedicamos a escribir desde la filosofía debemos ser cuidadosos para hacerla atractiva y no generar repul­sión. El papel de la filosofía recae en los profesores; mucha gente me ha dicho: “Yo odiaba a la filosofía”, y les contesto: “Tú no odiabas a la materia, sino a tu profesor”. Muchas veces el profesor que imparte la clase, ni siquiera es filósofo; es el que imparte historia, literatura o hasta el profesor de inglés. A la filosofía no se le odia; en cuanto te das cuenta que te ayuda, te compone, es tu forma de pensar.

–¿Se vive de la filosofía?

–Los que nos dedicamos a la filosofía tardamos mucho tiempo en consolidar una situación económica estable; no es una carrera que te dé una buena posición, al menos que te dediques a la docencia. No hay docentes en el mundo, excepto en Dinamarca, Noruega o Finlandia, que estén bien pagados. Los docentes estamos mal pagados, sin embargo, somos los que trabajamos con el futuro de los países, trabajamos con la materia prima más preciada, que no es su petróleo, ni oro o riqueza, sino con sus jóvenes, sus niños, pero todavía mucha gente no se da cuenta de eso.

–¿La filosofía es premonitoria?

–Escribí un libro en el 2018, Filosofía para descon­fiados, una de las posibilidades que marco sobre el futuro inmediato es una pandemia y lo publiqué antes. Expuse en mi libro, no es si vamos a pasar una pandemia o no, es cuándo lo vamos a pasar. Meses después caímos en la contingencia sanitaria por COVID-19.

El escritor sostuvo que en momentos de crisis la filosofía es una herramienta útil para entender y comprender el mundo. El papel de los filósofos es repensar lo que pasa y lo que nos espera a futuro, un futuro incierto, pero real.

Aliyeri Garcia Hernández

Comparte este artículo