Publicada diciembre 2021 Edición 168

Vine a París a buscar a Elena, la hermosa mujer de ojos enormes de la que me enamoré a primera vista. Solo que el tiempo pasaba sin sentido y nunca la encontraba. Pero ahora, ya sé lo que ha pasado. Lo he descubierto cuando bebía ese vino blanco que acostumbro a tomar con los vagabundos que viven cerca del Pont des Arts a orilla del río Sena. Con ellos he convivido desde hace tiempo. Fue Pierre el que me mostró las páginas de un viejo periódico donde por fin pude resolver ese enorme misterio de rondar sin rumbo por París.
Pero primero dejen contar la historia de cómo llegué hasta acá. Mientras escuchamos al músico de este club de vagabundos, que se llama Remi y en estos momentos toca en su acordeón la canción que dice “Siempre fuiste la razón de mi existir…adorarte para mí fue religión” … mientras yo intento recordar lo que ha pasado.
Recuerdo haber conocido a Elena en clases de francés, entré a estudiarlo porque amé este idioma desde que escuché el inicio de la canción francesa más famosa del mundo:
Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose…
Algo tenía esa canción que hacía que imaginara una estancia en París recorriendo el río Sena y quizás hasta yendo a poner un candado en el puente de los enamorados, el famoso Pont des arts con una hermosa mujer al lado y arrojando la llave al fondo del río como lo indicaba la tradición. Ya sé que sueño demasiado, pero qué le voy a hacer, soy escritor y guionista de obras de teatro.
Pero para comenzar con el sueño, primero quise aprender el idioma. Así que entré al curso sabatino de la Alianza Francesa. Y ahí conocí a Elena, la vi llegar un sábado a las ocho de la mañana. Amé sus enormes ojos negros, su sonrisa delirante y jovial, pero al escuchar sus primeras palabras en francés, enloquecí por ella.
Vuelvo a tomar un vaso de vino blanco, lo tomo de golpe para aceptar la realidad de lo que acabo de leer en el periódico. Remi ahora toca las notas nostálgicas de la canción “La boheme”, de Charles Aznavour. Las notas suenan nostálgicas y como dice la canción en sus estrofas finales: Montmartre parece triste y las lilas están muertas.
A partir del primer sábado que conocí a Helena nunca falté a las clases y fui el alumno más aplicado. Aun cuando dividía la atención entre la maestra Emily y los ojos de Helena, después de la tercera clase comenzamos a ser amigos, salimos a tomar café, conocí a su familia y amigos cercanos. Hasta que tuvo que partir a estudiar su maestría a Francia. Ella se fue el 11 de agosto para ser exactos y el último sábado que la vi, mi corazón se rompió por saber que quizás jamás volvería a verla.
Ahora Remi toca las notas de la canción “Aline”, su acordeón suena más nostálgico. Recuerdo la letra y estoy a punto de cantar la frase de: Y grité, grité que volviera. Y lloré y lloré y estaba muy triste…
En noviembre cuando Helena cumplió años hablé con ella por teléfono, pude escuchar su voz después de mucho tiempo y pregunté si me extrañaba y ella dijo que sí. Además, platicó que extrañaría pasar la Navidad con su familia y sus amigos. Al terminar de hablar con ella, después de colgar el teléfono recordé lo que Charles Bukowski escribió:
“Es Navidad desde finales de octubre. Las luces se encienden siempre antes, mientras que las personas son cada vez más intermitentes. Yo quiero un diciembre con las luces apagadas y con las personas encendidas”.
Y yo solo quería un diciembre para Helena con luces apagadas y con ambos encendidos. Por eso vine a verla.
Pero no fue posible.
Jamás pude localizarla, intenté llamarla sin respuesta, y solo he andado por acá, perdido y sin rumbo, hasta hoy que será Nochebuena. Entre todos los vagabundos nos hemos organizado para pasar la Navidad y Pierre me ha pasado el periódico hace unos momentos. Y he leído la noticia de que el vuelo 43476 que venía de México a Paris se ha estrellado en el mar y no ha habido sobrevivientes. En una nota al pie de página veo una foto con mi rostro que dice: “El mundo llora al escritor Juan Domingo Fernández”
Remi ha comenzado a tocar esas notas de la canción que me hizo querer conocer París, y donde jamás he podido ver más la vida en rosa, ahora solo veo ese mundo gris en París rodeado de fantasmas como yo.
Siento nostalgia por esas navidades en familia, rodeado de la gente que más amaba, me acerco al río Sena y cruzo el Pont des arts, entonces veo venir a lo lejos a una mujer. Es Helena, mi Helena, veo sus enormes ojos, ahora tan tristes, lleva un gorro azul sobre su cabeza, intento hablarle, pero no me escucha y la veo poner un candado sobre la reja, mira el rio Sena y derrama unas lágrimas. Veo escrito mi nombre junto al de ella. Cierra el candado y también sus ojos, mientras arroja la llave al fondo del río Sena y entonces el mundo no parece tan gris y yo vuelvo a ver la vida en rosa.
Tomás Galicia
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