Olvidar es bueno, pero no olvidar es mejor

Para comenzar

El título del texto sirve para introducir un tema muy eludido en la vida cotidiana: la pérdida de memoria o demencia. Nuestra reticencia a abordar este asunto quizás se deba al miedo, al desconocimiento, o tal vez porque se restringe hablar de ciertos temas, hasta que nos toca vivir una situación particular.

Cotidianamente, el conjunto de síndromes y enfermedades que deterioran los procesos cognitivos básicos, como la percepción, la atención y la memoria, dificultan la ejecución de los procesos cognitivos superiores, como lenguaje, pensamiento e inteligencia; en conjunto, limitan la vida de las personas.

La creencia popular indica que el deterioro cognitivo de estos procesos (básicos y superiores) se concentra en las personas adultas mayores, debido al envejecimiento; sin embargo, este factor es  parcial. Si bien los datos estadísticos previos muestran una relación proporcional y significativa que correlaciona el deterioro de las funciones cognitivas con el grupo de edad en el que se sitúan las personas, hay evidencia que refiere que las personas desde temprana edad desarrollan alteraciones en las funciones de la memoria, la atención, e incluso el lenguaje.

Habitualmente, cuando nos referimos al deterioro cognitivo en personas adultas mayores, lo relacionamos con una pérdida parcial y leve, o total y profunda de la memoria; la enfermedad de Alzheimer es la primera que nos viene a la mente. Sin embargo, es necesario señalar que si bien ésta es el tipo de demencia en adultos mayores más común y socializada, no es el único tipo de demencia.

La demencia (o pérdida de memoria) es un término que se utiliza para describir un grupo de síntomas que afectan la memoria, el pensamiento y las habilidades sociales en general, y que dado el grado de afectación tienen repercusiones que dificultan la vida cotidiana de las personas que la padecen. En este sentido, la demencia no es una enfermedad específica, ya que puede estar relacionada con otras enfermedades y su desarrollo puede ser multifactorial.

Por naturaleza, se espera que las personas mayores desarrollen demencia, y se cree normal que presenten pérdida de memoria y, por tanto, que en casos graves lleguen a padecer Alzheimer. Lo cierto es que cualquiera puede sufrir a la largo de su vida episodios de pérdida de memoria, ya sean episódicos, de la memoria de corto plazo, de la memoria a largo plazo, por afecciones de la salud, e incluso por el consumo de ciertas sustancias.

Es necesario aclarar que la demencia es una condición que todos en cualquier momento de nuestra vida podemos padecer, y que la demencia senil en específico está asociada con el grupo de edad al que pertenecemos; por tanto, la enfermedad de Alzheimer es solo una de las más comunes formas de demencia senil que se expresan en los adultos mayores.

La Organización Mundial de la Salud calcula que alrededor de 60 millones de personas viven con Alzheimer, de las cuales 8.1 por ciento son mujeres y 5.4 por ciento varones con más de 65 años.

Olvidar es bueno…

Para algunos de nosotros es preferible olvidarse de situaciones traumáticas, que generaron o generan emociones negativas, no con el fin de propiciar una actitud de negación ante la realidad vivida, sino con el objetivo de concentrar nuestros recuerdos en eventos positivos, confortables y que nos produzcan menos conflictos internos. El ideal es que de una situación poco favorecedora en la que hayamos estado, podamos sacar información útil para el futuro; es el punto por el cual hemos podido evolucionar, aprender qué es bueno y qué no es bueno para nosotros.

No quiero decir con esto que borremos todo en nuestra memoria, simplemente que pasado un tiempo y una vez resuelto aquello que nos ha marcado o lastimado mentalmente, podamos dejarlo en un segundo plano de nuestro estado consciente.

Son tantos los datos que diariamente registramos, que la mayoría pasan desapercibidos; solo aquellos que son significativos los llevamos a la etapa de sueño de cada día. Una vez en la etapa de sueño, almacenamos lo indispensable en nuestra memoria, y lo demás se deja fuera. Es saludable y parte natural del funcionamiento de nuestro cerebro. Un exceso de información proveniente de estímulos acumulados en nuestro circuito de la memoria entorpece su adecuado funcionamiento, limita nuestro rendimiento, genera un estado de estrés permanente. Todo esto lleva a desequilibrios físicos y mentales. Por eso, olvidar es bueno.

No olvidar es mejor

Si bien olvidar libera a nuestro cerebro de cargas de información que procesar y con la cual vivir, es preciso no olvidar. Es altamente recomendable cuidar nuestra salud mental y la de nuestros más cercanos; prevenir, desde edades tempranas, la juventud y la adultez, alteraciones en nuestras funciones cognitivas básicas; mantener hábitos de higiene mental que involucren cuidados físicos y psicológicos para evitar cuadros de pérdida de memoria durante la senectud.

Olvidar datos como fechas, nombres o direcciones en determinado momento de nuestra vida es normal, y no debe preocuparnos en exceso. Sin embargo, pero olvidar lo valioso de nuestros recuerdos sí que es peligroso. Un adulto mayor que llega a padecer algún grado de demencia, específicamente Alzheimer, se enfrenta a contextos difíciles, pues según el grado de deterioro, hay eventos que pueden atentar contra su integridad, como olvidar comer, dejar las llaves de la casa en un sitio diferente, no recordar la dirección del domicilio, o los nombres de sus familiares. Cobijar con atención y cuidados nuestra salud mental a lo largo de la vida, con especial atención a nuestros procesos cognitivos básicos, es fundamental, no solo en la última parte de nuestra vida, sino todo el tiempo. Ser capaces de cuidarnos implica un esfuerzo; como sabemos, hasta ahora, la pérdida de memoria es una afección que responde a muchos factores, no hay una sola causa. Definitivamente, hay que brindar apoyo a aquellas personas que ven afectada su memoria y recuerdos; es necesario y humano, pues una vez vividas nuestra niñez, juventud y adultez, no olvidar es mejor.

Ariadna Serrano Juárez

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