Rafael Ortega – Años de miedo, sacrificio y triunfos

Publicación Diciembre 2010, Edición 37, Año IV

(1970 – 2023)

Su incursión como torero fue con el pie derecho. La tarde del 23 de diciembre de 1990 cortó una oreja a un astado de Reyes Huerta de nombre Brillantino en la plaza El Relicario de Puebla. Desde entonces han sido 20 años de constancia, miedo, sacrificio, triunfos e, inevitablemente, uno que otro fracaso.

Este diestro apizaquense cumple dos décadas
como matador de toros el 23 de diciembre de 2010

El maestro Mariano Arruza le cedió la alternativa en el coso poblano, siendo testigo otro grande del toreo mexicano: el desaparecido David Silveti, el Rey. Su primera faena la dedicó a su padre, quien seguramente desde el cielo lo animaba para que cristalizara su anhelo de convertirse en una figura de la fiesta brava de México.

Con 52 novilladas y más de 700 corridas a su espalda, este diestro originario de Apizaco está convencido que sería torero si volviera a nacer, no obstante que reconoce lo difícil que es incursionar en este medio, el sacrificio que implica ser disciplinado al 100 por ciento para lidiar animales que han nacido para embestir a lo que se mueva y, principalmente, superar el miedo que vive horas antes de salir al ruedo.

Rafael Ortega Blancas es entrevistado por Momento en su hogar ubicado en un fraccionamiento exclusivo de la comunidad de Santa Anita Huiloac, municipio de Apizaco, donde convalece de una fractura en la mano derecha que sufrió en una corrida en Orizaba, Veracruz, y que ha puesto en riesgo la celebración de sus 20 años como matador de reses bravas el 23 de diciembre de 2010.

-¿Qué significa para Rafael Ortega cumplir 20 años como torero?

-El 23 de diciembre de 2010 cumplo 20 años de haber tomado la alternativa a Dios gracias. No es fácil cumplir 20 años como matador de toros y eso es algo que me llena de orgullo, porque 17 de esos 20 años han sido de estar en todos los lugares de la República toreando e incluso saliendo del país.

Ataviado con un pantalón de vestir y una camiseta de manga larga color negro, Rafael responde de manera pausada cada una de las preguntas sentado en un cómodo sofá en la sala de su hogar, el cual, dicho sea de paso, no tiene ninguna decoración de tipo taurino por decisión del propio matador.

“En estos 20 años llevo cerca de 700 corridas, ha sido un camino difícil, largo, a veces pesado por las circunstancias que se van dando, porque vivimos momentos de mucha alegría, también de tristeza, de responsabilidad, de miedo, son muchos sentimientos encontrados y todo eso se conjuga ahora que cumpliré 20 años en esta profesión. Ojalá la suerte nos acompañe para que tengamos más años más dentro de la actividad taurina, pues cada corrida es diferente y el día que toreo es muy especial desde que amanece hasta que pasa la corrida, sólo es torero sabe lo que pasa en una habitación antes de salir al ruedo”.

–Si hubiese una, dos o tres palabras con las que pudieras resumir estos 20 años como torero, ¿cuáles serían?

–Creo que constancia es algo muy importante en esta profesión o en cualquiera. La constancia te tiene vigente y presente en las ferias de la República mexicana. Se tiene que buscar triunfar una tarde, la otra mejor y así ir eslabonando corridas y triunfos, porque sólo así es como puedes mantenerte en el ánimo de la gente, responde.

Rafael expone que la profesión de matador de toros es muy difícil, pero más complicado es mantenerse en el gusto del público y de los empresarios, y ni que decir el mantenerse física y mentalmente en buenas condiciones

–¿Cómo se inicia en el mundo de la fiesta brava?

–Voy a cumplir 20 años de tomar la alternativa, pero estuve cinco años como novillero, es decir, voy a cumplir 25 años en activo poniéndome un traje para torear, ya sea de novillero o de matador. Desde que tengo uso de razón, mi vida ha sido ver toreros, ganaderías, toros bravos y por consiguiente provengo de una familia muy taurina.

Mi padre cumplió 20 años de fallecido el 20 de noviembre de 2010, él falleció un mes antes de que tomara la alternativa, construyó la plaza de toros Williulfo González en la década de los sesentas del siglo pasado en Apizaco y trabajó en la ganadería de Piedras Negras como caporal cuidando toros

El matrimonio Ortega Blancas procreó 11 hijos –seis varones y cinco mujeres– y todos están vinculados a la fiesta brava. Alberto también es matador de toros y Rubén –el mayor de todos–intento ser torero, pero no tuvo suerte y por ello se dedicó a otras cosas dentro de este medio, Víctor, menor que Rafael, está prácticamente retirado como picador por varias lesiones. “Creo que no podría ser otra cosa más que torero, teniendo todos esos antecedentes, no te puede gustar otra cosa que ser torero”.

–¿Recuerda el primer contacto que tuvo con un toro o una vaquilla?

–Tengo vagos recuerdos de cuando asistía con mi hermano Alberto a las ganaderías y me daba las clásicas tres, que era cuando el ganadero te deja entrar al ruedo al final de una tienta de vaquillas para dar unos muletazos. Así estuve un par de años, al año siguiente debuté como novillero en Huamantla, de ahí fue luchar siempre para triunfar.

–¿Por qué dice que es un camino muy difícil ser torero?

–A veces la inocencia nos hace tener muchas ilusiones, ahora que han pasado 20 años desde que tomé la alternativa, puedo decir que el camino es muy difícil para conseguir algo dentro de la fiesta de toros. Veo las ilusiones a los novilleros que están iniciando, no se los digo, pero pienso lo complicado que les será ganarse un lugar en la tauromaquia.

Para este diestro apizaquense, la fiesta brava es muy bonita, pero afuera de la plaza es donde se enfrentan los problemas.

“Tengo un hijo (Rafael de 17 años de edad) y lo que menos quiero es que intente ser torero, porque he vivido lo que es esta profesión; sí puedo decir que es muy bonito torear, si naciera otra vez intentaría volver a ser torero, salir en hombros de la plaza después de triunfar, pero todo lo que se te pone fuera del ruedo, esto es, las empresas, los apoderados de otros toreros, incluso algunos ganaderos con los que no compaginas, son las muchas trabas que debe uno sortear”.

Además, asegura que el torero pasa mucho miedo, “yo por lo menos lo paso, creo que el torero que diga que no pasa miedo, debe ser de otro material, no debe ser humano, en pocas palabras estaría mintiendo, todos pasamos miedo”. Pero aparte el trabajo de un matador de reses bravas implica mucho sacrificio “porque tienes que entrenar, prepararte y sacrificar muchas cosas en la vida personal. Cuando tenía entre 15 y 20 años de edad, no me dejaban asistir a fiestas, no podía hacer mi vida como cualquier muchacho, no me podía desvelar, había que entrenar, decían que el toro es muy celoso y debes estar entregado, todo eso lo pasé y creo que con buena calificación, al final de cuentas conseguí tomar la alternativa en la plaza de toros El Relicario de Puebla el 23 de diciembre de 1990”.

Su padrino fue Mariano Arruza y como testigo estuvo David Silvetti, ambos matadores en ese momento se encontraban en un momento importante de su carrera. El encierro fue con seis toros de la ganadería de Reyes Huerta.

–¿Cómo fue esa tarde?

–Fue diferente a las que había vivido antes, porque tenía cinco años de novillero, estaba acostumbrado a alternar con muchachos que a lo mejor tenían la misma o menor experiencia que yo, pero al llegar ese día me enfrenté a algo diferente, eran dos matadores de toros con 15 años de alternativa, con muchas corridas, con un sitio muy importante dentro de la fiesta. Llegué y me sorprendí porque me puse a prueba con esos maestros. Afortunadamente la pasé bien, tuve la suerte de cortar una oreja al toro de mi alternativa de nombre Brillantino.

Los ojos color café de Rafael se fijan en el techo de la sala para recordar ese momento inolvidable de su vida y continúa su relato: “A partir de ahí empieza la lucha, porque mis primeros dos años y medio como matador fueron muy difíciles, ya que hasta septiembre de 1993 tuve la oportunidad de confirmar mi alternativa en un jueves taurino en la Plaza México. En esa tarde corté una oreja y tuve la suerte de empezar a entrar en el círculo de los toreros que iban triunfando en México, de manera que ya me contrataban para actuar en otras plazas”.

Desde entonces Rafael empezó a torear de 15 a 20 corridas por año y “empecé a subirme al carro y lo importante era no bajarse de él”.

–¿Qué sensación tiene cuando está frente a un toro, a parte del miedo que ya comentó?

–Te llega la ambición y la ilusión de triunfar. Cuando estás frente a un toro y te das cuenta que tiene condiciones para que triunfes, tratas de abandonarte y de hacer las cosas como tú lo sientes, aunque hay la posibilidad de que sea un toro que no te va a permitir hacer lo que tú quieres y debes hacer las cosas porque en cualquier momento te puede lastimar o herir, además la gente en el tendido te exige con el animal que sale bueno y con el malo.

En el ruedo tienes que superar la sensación de miedo y si te toca un toro bueno, sabes que puedes disfrutarlo, pero si no, el animal te va a poner la situación muy difícil y es cuando te pone a prueba para ver si verdad tienes la capacidad de ser un buen torero.

–¿Para usted qué es el toro: un aliado o un enemigo?

–Es un aliado, el triunfo y la suerte para los toreros es cuando la oportunidad se junta con la preparación, porque muchas veces puedes tener la fortuna de que un toro te salga bueno, pero si no estás preparado, no lo vas a aprovechar. Muchas veces puedes estar muy preparado y los toros no te van a ayudar, y así es muy difícil. El 70 por ciento de las tardes de triunfo depende mucho de las condiciones de los animales, entonces es un aliado y esperas que desde el sorteo, al medio día, te toque un toro que te permita triunfar porque si no hay toro, no hay triunfo.

–¿Lleva las estadísticas de cuántas orejas y rabos ha cortado, así como de los indultos en las más de 700 corridas?

–No llevo estadísticas de las orejas y de los rabos, de los indultos sí, llevo 20. Parece que fuera uno por año, aunque ha habido años que no ha habido y en otros más de uno; en 2010 llevo dos toros indultados y ya son 20 en mi carrera.

–¿Qué significa para un torero indultar un toro?

–Los indultos y los triunfos vienen por circunstancias, esta profesión es de emotividad, de sentimiento, de transmisión. Para indultar un toro, primero que nada el animal debe tener cualidades y el torero debe tener la capacidad de sacar esas cualidades a flote para que el público lo vea, porque al final de cuentas el que indulta al toro es el público y el juez sólo lo concede.

–¿Qué vive el torero en el cuarto de hotel previo a una corrida?

–Te pasa por la mente todo tipo de sentimientos. El día de la corrida despiertas, desayunas algo ligero, alrededor de las 10:30 de la mañana mi cuadrilla o mi esposa, quien casi siempre está conmigo, me dejan sólo en la habitación para ir al sorteo de los toros que por lo regular se hace al medio día.

“Cuando te dejan solo en el cuarto, es cuando te preguntas: qué hago aquí. Me ha pasado que quisiera que en lugar de que sean las 11 de la mañana ya sean las 8 de la noche para saber qué fue lo que pasó en la corrida, o ya quisiera estar mejor en mi casa y no estar viviendo esto. Se pasa miedo porque no sabes qué va a pasar. Algo que es curioso es que la gente me dice: tú con tantos años ya ni miedo tienes, pero eso es algo que solamente nosotros sabemos, ya que cada día y cada toro es diferente porque es un animal que por primera vez se va a torear y, por consiguiente, está fuerte y con muchas condiciones para lastimarte si te llegara a agarrar”.

Incluso, se sincera: “uno con los años también va en retroceso en la forma física por las cornadas y los percances. El tiempo no perdona. La verdad, cuando llega el mozo de espadas, quien es el que te ayuda a vestir, empiezas a ponerte el traje de luces y siente que tu corazón empieza a tener otro ritmo. Terminas de vestirte, te vas a la plaza y se empieza acelerar aún más el ritmo porque empiezas a ver el ambiente, el movimiento de la gente, a los vendedores de cerveza. Te llega el aroma del puro o del cigarro y debes estar preparado para eso física y mentalmente”.

Y es que vestirse de traje de luces no es nada sencillo y menos cuando el torero tiene que lidiar a un animal que pesa más de 450 kilos.

“Si no te preparas físicamente, no vas a tener la fuerza para desarrollar la faena bien, porque el traje de luces –el cual es “muy frío e incómodo” – pesa 6 kilos, el capote 5 kilos, de modo que entre el traje y el capote cargas 10 u 11 kilos”, explica.

–¿Por qué debe preparase un torero mentalmente?

–Tener de frente a un toro es mucha responsabilidad, pone a prueba tu carácter y tu ambición porque quieres ser alguien en el medio, así que debes estar preparado mentalmente para superar el miedo y la presión del público desde el tendido.

–¿Sigue algún ritual cuando se viste de luces?

–En ese sentido no soy supersticioso, aunque hay muchos toreros que no quieren que esté presente una mujer cuando se van a vestir, ni que pongan la montera en la cama o que alguien esté vestido con una prenda de color amarillo. Yo creo que las supersticiones te las vas haciendo tú mismo, respeto la manera de pensar de los compañeros que creen de esa forma, pero no soy supersticioso, nunca me he fijado qué zapatilla me pongo primero, si la derecha o la izquierda.

“Cuando eres supersticioso y por accidente pasa algo, entonces solito te sugestionas y ya vas en contra de las cosas. Para tener éxito se necesita conjugar muchas cosas, que el toro sea bueno, que no haya viento incluso para torear bien y que mates bien al toro. Muchas cosas se tienen que dar para que sea una tarde de éxito”.

–¿Por qué algunos toreros no quieren que la gente vaya vestida de amarillo, acaso son antiperredistas?

–(Risas), les he preguntado y dicen que no quieren que la gente se vista de ese color porque alguna vez vieron alguien en el callejón ataviado con ese color y les pasó algo y entonces empiezan a buscar justificaciones.

–¿Usted se encomienda a Dios o algún santo antes de partir plaza?

–Soy católico y antes de salir a la plaza tengo la costumbre de encomendarme a la virgen de Guadalupe, a Dios y a San Judas. Tengo imágenes de muchos santitos, antes del sorteo pido que tenga la suerte de que me toque un lote bueno de toros.

“En estos 20 años, a la entrada o salida de la plaza la gente me regala imágenes de santos, ya sea de San Judas Tadeo, de la virgen de Guadalupe, en fin, y me explican que esta u otra imagen es muy milagrosa, que me va a cuidar y esas son cosas bonitas que te pasan”.

El arte del toreo y la religión están muy ligados en el ruedo y en el callejón, ya que los matadores cuando están en espera de su turno, detrás de las tablas se acercan las personas para entregarles rosarios o misterios. “Todos los voy conservando, en cada corrida siempre me acompañan, porque siempre los llevo en la maleta de vestido, y los cuelgo antes de cada corrida. Entonces soy universal, tengo imágenes de todos, incluso de algunos santos que no conoces y que te regalan cuando vas a un determinado lugar. A todos les pido que me cuiden”.

–¿Como elige sus trajes de luces?

Los trajes de luces se hacen en España porque en México no hay el material ni el sastre que te haga el traje como debe ser. La última vez que fui a España, en 2009, fui al sastre y me tomaron medidas de todo, de las piernas, de la cintura, de la espalda, después nada más hablas por teléfono para pedir el modelo del bordado por nombre y los colores. A mí me gustan los colores azules, pasteles, rosas, grana, no me gustan muy oscuros.

El estado físico del matador de reses bravas no sólo es importante para lidiar al astado en el ruedo con agilidad, sino también para mantener una figura acorde con el traje. “Debemos conservarnos porque si me toman medidas en 2009 y para 2010 ya subiste 5 o 6 kilos, ya no te entra el traje porque son muy justos, si estás pasado de peso ni con el apoyo de tres personas te sube (risas)”.

–¿Qué ha hecho en estos 20 años para seguir siendo una persona sencilla y no perder piso?

–Cuando iniciaba, una ocasión acompañé a un amigo torero a una corrida y me invito a cenar cuando acabó. Bajamos a la cochera y nos subimos a un Mercedes Benz y le dije: ¡qué bonito carro tienes! Me respondió: te gusta. Le dije: está re bonito y me dijo: no te bajes de él.

De momento, Rafael no entendió el mensaje, e incluso se preguntó que a la mejor se lo iba a prestar, pero después de repasarlo en su mente se dio cuenta que para tener uno igual “debes poner mucho de tu parte”.

–¿Cómo ha hecho para mantenerse en el medio durante 20 años?

–He visto a varios toreros que tienen un triunfo o una temporada buena, porque cualquiera la puede tener, pero mantenerte en los primeros planos es muy difícil y aquí cuando caes es muy difícil reponerte y regresar a ese lugar.

“Hay más o menos 250 toreros inscritos en México, pero para ser matador debes cumplir tres pasos que son muy difíciles. El primero es que te tomen la alternativa, después que seas buen torero y luego viene el tercer paso, que es todavía más difícil, decir: vivo de ser torero.

“He visto a varios toreros que para mí son buenos, pero no han tenido suerte y no han funcionado y otros que han triunfado en una tarde o en un año, pero que han terminado muy mal. Muchos al año siguiente se sienten que no los merece nadie, he visto de todo y ese tipo de cosas te hacen ver que la vida es una rueda de la fortuna, un día  te toca estar arriba, otro día abajo y otro día en medio.

“Además, ser una persona sencilla es parte de tu esencia. Algo chusco que escuché fue en una entrevista cuando me preguntaron: tú ya tienes 15 años de alternativa y vives bien, pero vemos que siempre eres el mismo, qué haces para que no se te suba la fama. Yo respondí: mira el nombre que tengo al lado, de mi nombre sólo tengo mi acta de nacimiento (risas)”.

–¿Cuánto se pondría de calificación, del uno al diez, como torero?

–Debo pensar que tengo seis o siete de calificación, pues es cuando te debes exigir más. Llevo 20 años como matador, pero aún debo crecer, porque siento que falta mucho, si tuviera nueve o diez ya hubiese dado todo lo que tendría que dar y eso aún no lo he hecho.

–¿Se considera el mejor torero tlaxcalteca?

–No, ni el mejor torero de Tlaxcala ni nada, me considero el torero que disfruta lo que hace, que trata en cada corrida de poner su mejor esfuerzo para triunfar. Sé que me falta mucho por aprender, he conocido y vivido cosas bonitas, pero también me faltan cosas por hacer.

–¿Admira a algún torero?

–Admiro a todos, porque sé lo difícil que es ser torero, sé que lo se pasa. De todos aprendemos, puedo decir que el espejo no es bueno para muchos, pero para mí sería Eloy Cavazos en el sentido bueno, porque ha sido una persona disciplinada, se ha preparado, se retiró con 40 años de alternativa y cuando lo veías decías: ¡qué bien se ve!, tenía la fuerza física y las ganas de triunfar. Ese es un buen espejo, se levanta a las 6 de la mañana para ir a correr y a entrenar todos los días.

“Pero también he visto toreros que son el otro lado de la moneda, muchos que han tenido suerte una tarde y les cambia mucho su vida, también de esos ejemplos se aprende para no tomarlo. Aquí en Tlaxcala tenemos muchos ejemplos que no hay que tomar. Ha habido toreros como Miguel Villanueva o el mismo Pana (Rodolfo Rodríguez), por decir de los más antiguos, que tomaron la alternativa, fueron buenos, pero no funcionaron porque agarraron el vino y pagaron las consecuencias. En esta profesión dicen: quieres ver cuál será tu futuro, ve lo que estás haciendo en el presente y ellos pagaron el precio. El Pana sigue vigente, pero por lo menos para mí no es buen ejemplo profesional”.

–¿Qué opina de El Zotoluco (Eulalio López)?

–Es un torero con muchas cualidades, con él surgió una rivalidad desde 2004 y desde allá para acá ha sido con el torero que más he alternado, unas 40 veces. Es un buen torero que siempre sale a dar lo mejor de sí. En la historia han salido toreros en pareja y cuando alternamos juntos la gente va con el morbo de que siempre habrá una rivalidad entre ambos. La relación personal con él no es muy buena, pero nos respetamos y nos saludamos. Nunca ha habido ofensas o agresiones, ha habido respeto.

–¿Qué significa la Plaza México para usted?

–Es la plaza que a todos los toreros nos ha dado la oportunidad y nos ha dado cosas buenas, es el recinto más importante de México. Yo he toreado 40 corridas y ha sido una experiencia importante en mi carrera, aunque también he tenido percances.

Rafael rememora que en el coso de Insurgentes en el Distrito Federal ha tenido cuatro incidentes, siendo el más difícil una fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda en 1999, lo que le cortó una racha de 11 corridas triunfando en el máximo recinto de la fiesta brava del país, lo cual además le impidió disputar la Oreja de Oro de ese año, la cual había ganado en 1997 y 1998.

“Recuerdo que me agarró el toro, volé y cuando desperté estaba en la enfermería de la plaza, los doctores me atendían la cornada y les dije que mi pierna me dolía y fue cuando se fijaron que la tenía muy mal”.

–¿Cuál es la faena más importante que ha hecho en su vida profesional y personal?

–Esa faena todavía no llega y tengo la ilusión de que llegue algún día. En la vida personal mi mejor faena es mi familia. Es bonito decir que tengo, gracias a Dios, dos hijos sanos Rafael y Paola–, a los que quiero, a mi esposa (María Estela) y en lo taurino he hecho faenas bonitas, pero espero que todavía venga la mejor.

–¿Cómo es Rafael Ortega en su vida cotidiana?

–Soy una persona introvertida hasta cierto punto, me levanto tempano a hacer ejercicio, mi cuerpo me lo pide, para mí si dan las 8 de la mañana y estoy en la cama ya no me sabe el día.

“Hacer ejercicio, entrenar, desayunar, atender asuntos pendientes, llevar a mis hijos a la escuela, acompañar a mi esposa al supermercado son actividades que realizo todos los días y que me gustan, soy un hombre muy normal como cualquier esposo y padre, estoy comprometido con mi familia. Por la tarde me gusta ver hasta las telenovelas, no hay mayores secretos en mi vida, a la gente le digo que soy torero el día que me pongo el traje de luces y al otro día soy una persona normal.

–¿Ha pensado retirarse?

–Me ha pasado por mi mente algunas veces, sobre todo cuando llegas de la corrida y de los seis toros que se lidiaron, los dos que te tocaron fueron los malos, pero así es esta fiesta, está llena de altibajos, hay tardes que te tocan los toros buenos y hay veces que te llevas los malos. Cuando estás en ese vaivén y los toros no te ayuda o no hubo suerte, te preguntas por qué al otro le tocaron los buenos y a mí los malos, esos momentos hacen que te vayas para abajo, pero precisamente debes estar fuerte mentalmente para sobreponerte.

Sin embargo, confiesa que cada vez le es más complicado sobreponerse a los percances en el ruedo.

“Cuando pasan los percances, ya también como que dices: este me dolió más que el anterior, antes me levantaba más fácil, no creo llegar a los 40 años como matador de toros, espero por lo menos otros cinco años, sobre todo mientras mantenga el gusto por hacer lo que hago. Después qué va a pasar, no lo sé, pero estos años que me quedan como torero quiero vivirlos como los he vivido, tuve la oportunidad y hay que aprovecharla.

–¿Entonces cree que la suerte influye en este medio?

–Sí influye, los ganaderos mandan seis toros para la corrida, los que más les gustan, pero en las corridas siempre va a haber dos o tres que son aptos para triunfar y los otros tres van a ser difíciles, pero no lo sabes porque nadie sabe cómo van a salir. En el sorteo, en cada lote van dos toros y no sabes si los que te toquen van a servir o van a ser malos, a eso es lo que nosotros le llamamos la suerte.

–Rafael, usted es de los pocos toreros que aún realizan los tres tercios en el ruedo, ¿en la vida personal en qué tercio se encuentra?

–En la vida es muy bonito cuando somos niños, no te das cuenta de las cosas ni de las responsabilidades, eso sería el primer tercio. El segundo cuando estás buscando una profesión y la terminas. Y el tercero es cuando tienes te casas y tienes hijos, entonces tienes una responsabilidad y es la más difícil, entonces es como la suerte suprema, si no tienes la suerte de meter bien la espada, se viene abajo todo y creo que también eso se puede comparar con la vida: si tienes la suerte y la decisión de formar una buena familia, de estar bien con ella, entonces vendrá la parte bonita y poder decir lo conseguí.

“Dios nos pone las cosas a nuestro alcance, a mí me mandó dos hijos y cada etapa de su vida es diferente, los quiero ver formarse como profesionistas y que sean felices en sus vidas. Quiero verme mayor de edad y decir que pude hacer esta faena que yo quería.

–¿Qué opina de la gente que está en contra de los festejos taurinos?

–Respeto la opinión de esa gente, pero puedo comentar que el toro bravo es único, es un animal que no se puede domesticar de ninguna manera. Nació para atacar a lo que se mueve y al final de cuentas se está muriendo en un espectáculo. Además, aunque no lo sepa, en los cuatro años que vive nadie lo molesta, crece comiendo y durmiendo nada más, esas son cosas que no saben los antitaurinos, pero respeto mucho lo que piensan de la fiesta brava.

José Carlos Avendaño Flores
Fotografía: Zitlali González Loo
Fotografía: Juan Pablo Sánchez Nava

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