Publicada Octubre 2012 Edición 59
La cantante asevera que siempre llega al límite de sus capacidades en la música
“No tengo cinco octavas de voz, ni tengo (medidas de talla) 60, 90, 60, lo que tengo es una pasión que me lleva a hacer las cosas lo mejor posible porque siempre llego al límite”, expresa la cantante Susana Harp, previo a su presentación en la plaza de toros Jorge El Ranchero Aguilar de la capital tlaxcalteca.

Susana se muestra accesible con los medios de comunicación en la conferencia de prensa que ofrece en un hotel del centro histórico de la capital y en la charla menciona que es la segunda ocasión que se presenta ante el público tlaxcalteca, pero en esta ocasión lo hace acompañada de una orquesta sinfónica.
“Me encanta la tierra del pan de maíz, venir a caminar a Tlaxcala”, responde Susana a la primera pregunta.
Ataviada con un vestido bordado de flores multicolores típico del Istmo de Tehuantepec y de un enorme collar, esta artista de gran belleza física afirma que es importante que se apoye el Festival Xochitécatl–Cacaxtla (marco en el cual hizo su presentación), “porque cuando uno disfruta algo, logra transmitir al público la pasión por lo que haces, es una manera de que algo perdure, las cosas que perduran por obligación duran muy poco, pero cuando hay la pasión y la verdad de por medio, entonces el compartir es mucho más sencillo y verdadero, así que las cosas se tiene que trasponer”.
La anterior ocasión que se presentó en Tlaxcala deleitó al público con su producción titulada Fandango de ébano, donde hay toda una mezcla de la parte afromexicana, porque “todo lo que he hecho hasta ahora tiene que ver con México”.
Susana cantó los sones mexicanos más tradicionales del sur del país con banda sinfónica, ya sea en español o en zapoteco, entre ellos La Martiniana, El Feo, Ya te he dicho, La Sandunga, Naela, Como un Lunar, Son Huiini, El Mixteco, La Llorona, Luna Mar y El Amuleto, lo que le ganó el reconocimiento de los tlaxcaltecas y de sus paisanos oaxaqueños que hicieron el viaje a la entidad, a pesar de la lluvia.
“Los discos que hago son de manera temática, en el anterior que se llama mexicanísimo voy cantando y contando momentos de la historia de México con corridos, huastecos, jarochos, son 19 movimientos de la historia de México, desde la época prehispánica pasando por la Conquista, la Colonia, la Santa Inquisición y la Independencia”, refiere. Actualmente trabaja en un proyecto con apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), a fin de difundir la diversidad y cultura que hay en México, esto es, el legado purépecha, huichol y tzotzil, por citar algunas etnias, “México es uno de los países con mayor riqueza natural, somos de los cinco países megadiversos del planeta y es un motivo de orgullo y de responsabilidad. El nuevo proyecto se llama Guayosa”.
–¿Cuál es tu mayor pasión? –, se le inquiere.
–Mi hijo y después de mi hijo, la música.
–¿Por qué decides dedicarte a la música y a la cantada?
–Las vocaciones uno las va intuyendo desde niño, aunque no sabes cómo se llaman. Estudié en Oaxaca y hasta la licenciatura me fui a la ciudad de México. Siempre estudié en una escuela religiosa, llevábamos todo el ritual que tiene la iglesia católica y a mí me fascinaba cuando nos llevaban a misa y yo cantaba duro, porque rebotaba en todos los arcos del templo.
“La primera vez que canté una canción oaxaqueña fue en tercer grado de preescolar, porque la madre que nos daba la clase de lo que hoy se llama estimulación temprana nos ponía a zapatear y hacer rítmicas, no es rollo mareador pero me acuerdo perfecto que a los 5 años de edad cuando nos ponía a cantar y a mí me tocaba decir… “música de una marimba, maderas pequeñas que cantan con voz de mujer”, que es una parte de un son itsmeño que se llama Tehuantepec, a mí se me enchinaba la piel, me emocionaba muchísimo”.
Susana apunta que su padre es de origen libanés, pero llegó a Oaxaca muy chiquito y “creo que muchos de los que somos hijos de primera generación en México de gente que migra, más allá de sentirse ajenos, es al revés, vives en una familia eternamente agradecida con el país que lo recibió y si alguien que conocía Oaxaca no era mi mamá que vivía allá, sino que era mi papá.
“Si alguien comía más frijoles y tortillas en casa era mi papá, si alguien valoraba la orfebrería de Oaxaca eran mis tías y mis abuelas porque la artesanía se parece mucho a la libanesa, Tu vida la van determinando muchísimos factores, pero la música en Oaxaca está en todas las calles de ese lugar”.
–¿Qué otras cosas te gustaría explorar?
–Ahora en Agua Diosa estamos haciendo varias cosas afrocaribeñas, es un discurso interesante que vamos tejiendo a través de un discurso audiovisual que lo vamos a presentar el 12 y 13 de octubre, ya presentamos el disco por primera vez como producción completa en el teatro de la Ciudad de México, entonces vamos entretejiendo todos los ecosistemas que hay en México, de pronto vamos viendo toda la problemática que vamos viviendo como sociedad en la relación con la naturaleza. Los niños piden un jugo de leche por la cajita, sin tener en mente la relación de la leche con la vaca. Es increíble la desconexión que puede haber.
–¿Cómo percibes al país en esta etapa de transición política en la que regresa el PRI a la Presidencia de la República?
–México es un país adolescente, estamos redescubriendo cada vez, vamos poco a poco madurando, tenemos poca memoria, creo que está bien la alternancia, es algo sano, lo importante no son los partidos políticos, me voltearía y me preguntaría como sociedad qué estamos haciendo, la gente que tiene más seguidores en twitter son artistas y la gente lo tiene porque quiere, nadie compra twiss.
–¿Te consideras una defensora de las raíces y tradiciones mexicanas?

–Me considero una apasionada y si logro contagiar, finalmente es lo que más me gustaría, no hay mejor manera de que alguien más voltee a ver un proyecto cuando este tiene una verdad y una pasión de por medio, no invento nada, simplemente voy, recopilo y busco las cosas que a mí me apasionan y me gustan. La segunda parte de la historia es compartirlas después.
–¿Cómo te definirías en una sola palabra?
–¡Una palabra!, mujer.
Por último, reconoce que para ella fue sorprendente encontrar una recepción maravillosa cuando empezó a cantar… “creí que el primer disco simplemente iba a ser un regalo de cumpleaños que llevaría a mis amigos, porque jamás pensé que se iba a vender”.
Tras 15 años de carrera artística, Susana apunta: “no tengo cinco octavas de voz, ni tengo 60, 90, 60 (de medidas anatómicas), lo que tengo es una pasión que me lleva a hacer las cosas lo mejor hechas porque siempre llegó a mi límite”.
José Carlos Avendaño Flores
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Fotografía: Richard Xochitiotzin
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