UNA TRADICION ANCESTRAL: LAS POSADAS EN SAN HIPOLITO CHIMALPA

Publicada Diciembre 2007 Edición 1

Reymundo Pérez Tapia

Historiador

Cada año en México tiene lugar la celebración de las tradicionales posadas, una manera singular en la que los creyentes católicos simbolizan el peregrinar de José y María, que culmina con el nacimiento de Jesús.

La tradición forma parte de la gama de representaciones religiosas, mezcla de la antigua tradición nahua del centro del actual México y del cristianismo implantado por los conquistadores españoles. Las posadas se celebraron en la Nueva España desde finales del siglo XVI y continúan celebrándose en México año con año, cada región con aspectos únicos, aunque con una misma base religiosa.

La celebración se realiza por regla entre los días 16 y 24 de diciembre, con el llamado novenario1, un recorrido de nueve días en el que las figuras que representan a los peregrinos (San José y la Virgen María) son llevados de un punto a otro dentro de una determinada comunidad, cerrándose el ciclo con la «acostada» de la figura que representa al niño Jesús.

No obstante, las fechas establecidas en el ceremonial religioso, los vecinos del poblado de San Hipólito Chimalpa, perteneciente al municipio de Tlaxcala, llevan la celebración más allá, convirtiéndola en la máxima fiesta de la comunidad, que, sin rivalizar con la fiesta del santo patrono del lugar, se ha transformado en la festividad que data de identidad a la población.

En San Hipólito la tradición es diferente a como es en el contexto regional, pues, aunque las posadas coman tal inician el día 16 de diciembre, como es costumbre, el recorrido de los peregrinos por la comunidad inicia con muchos días de anticipación: el día 1° de noviembre, todavía durante la celebración de la fiesta de Todos los Santos. La razón de que en este poblado se haya adoptado tan singular calendario de inicio para la celebración se encuentra en su historia y en las creencias de la población.

Cuando la tradición dio comienzo en San Hipólito el número de habitantes era escaso, solo unas cuantas familias constituían el pueblo, por lo que era de esperarse que casi todos pudiesen tener la oportunidad de dar posada a los peregrinos2. Hoy la población del lugar ha incrementado considerablemente, yendo más allá de los linderos originales. Es por ello que ante el clamor popular par la visita de las representaciones de la «Santa Familia», se hayan implementado las llamadas «visitas» 3, nombre dado a una posada fuera de tiempo.

Cabe destacar que lo que convierte a esta celebración en alga sin par, en el estado de Tlaxcala y aun en el contexto nacional, es el carácter prodigioso atribuido a la figura del «niño Dios» (no es que no haya argumentos similares en otros lugares) que se encuentra en el templo de San Hipólito. La figura, según vecinos del lugar4, es extremadamente milagrosa y un símbolo sacro local.

Es por ello que a diferencia de las posadas tradicionales que se llevan a cabo en otros lugares de Tlaxcala y del país, el recorrido de «los peregrinos» es acompañado también por la figura del «niño milagroso», lo que es ya un ejemplo de la singularidad del ceremonial adoptado en la comunidad.

La tradición oral de San Hipólito Chimalpa da cuenta de gran cantidad de milagros atribuidos a la figura religiosa, una de estas historias data de inicios del siglo XX, cuando en la comunidad de San Hipólito se dependía de los pozos de riego y la población acudía a lavar a las arroyos y riachuelos.

Historias como la anterior, aunado al carácter religioso de la comunidad, son lo que, de manera conjunta con el aumento poblacional, han llevado al pueblo a celebrar cada año aproximadamente cuarenta y cinco visitas de «los peregrinos «, mismas que se realizan como un preámbulo a las posadas.

En San Hipólito se une todo el pueblo con advocación religiosa católica para la celebración de las posadas, lo que es muestra entre otras cosas de la unión de los vecinos. El protocolo de celebración de las posadas incluye todo lo típico de una posada en cualquier parte de México: piñatas, aguinaldos, confites, ponche, música y claro, la parte religiosa formada por una serie de oraciones conmemorativas y alusivas a la ocasión tan celebrada.7

La figura del «niño Dios» es sacada del templo cada año para dar continuidad a la tradición legada a la población, la costumbre del lugar que altera la ordenanza del catolicismo en algunos aspectos no es discutida por las párrocos que llegan a San Hipólito, pues la tradición del pueblo, lejos de perderse año con año a consecuencia de las influencias culturales producto de la mundialización, se encuentra viva todavía, y pervive a través de las nuevas generaciones de niños y jóvenes, quienes a través de la tradición oral son conocedores de las milagros del «santo niño», y constituyen el garante de la continuidad de una fiesta que es netamente mexicana.

SAN HIPOLITO ES UNA REALIDAD MILAGROSA EN LA COMUNIDAD

Por accidente, mientras jugaba, la niña, Gilberta Romero Vidal con entonces cuatro años de edad, cayo a uno de los pozos destinados al riego la angustiada madre entro en el pozo para rescatar a su hija quien pudo salir con vida del percance5.

La madre doña Cleotilde, atribuyo al “Santo niño” el milagro de salvar la vida a su hija por lo que hizo la promesa de dar posada el 22 de diciembre de cada año. Desde ese entonces la familia de doña Cleotilde continua con lo que más que una tradición es una encomienda religiosa, aun hoy tras su fallecimiento6.

La posada que en su casa se celebra cada 22 de diciembre cuenta con un elemento especial, pues es allí donde se otorga al “niño” un nuevo vestuario, con el que permanecerá hasta el año siguiente, continuando con la tradición del pueblo, la misma familia volverá a vestirlo.

Al año se celebran aproximadamente 45 visitas de “Los peregrinos”, mismas que se realizan como preámbulo a las posadas.

1. La celebración tiene una duración de nueve días en conmemoración a los nueve meses que dura el periodo de gestación, y los que según la tradici6n cristiana, María llevo a Jesús en su vientre.

2. Entrevista con la señora Dominga Guerra López, vecina de la comunidad de San Hipólito Chimalpa, Tlaxcala, Tlaxcala, realizada el día 1° de octubre de 2007.

3. Ídem.

4. Ídem; Entrevista con el señor Aurelio Pérez Roldan, vecino de la Colonia Xicohtencatl (originario de la población de San Hipólito Chimalpa), Tlaxcala, Tlaxcala, realizada el día 30 de octubre de 2007.

5. Entrevista con la señora Dominga Guerra López. La niña Gilberta Romero era madre de doña Dominga.

6. Ídem

7. En la celebración de las posadas cada uno de los elementos que se hallan presentes cuenta con un simbolismo que en su origen fue acogido con carácter religioso, pero que con el pasar de  los años pasó a ser solamente un elemento más de la festividad, de los que solo pocas personas conocen el significado real.

Foto: Archivo Revista Momento

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